Nacido en el seno de una familia acomodada, su sordera congénita le abocó desde temprana edad hacia el arte, en el que se inició junto a su hermano menor, también sordo, Ramón de Zubiaurre.
Se formó en la Escuela Central de Artes y Oficios y en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado de San Fernando, donde coincidió con algunos coterráneos como A. Arrúe o A. Arteta, para después iniciar una etapa de indagación gracias a una breve estancia en París y algunos viajes por Europa (1905-1906), que le pusieron en contacto con los fondos de las principales pinacotecas del continente.
Tradicional y poco inclinado a las novedades plásticas que entonces alboreaban, Valentín forjó un estilo propio bajo el influjo de la pintura renacentista y barroca y el aderezo de variados recursos simbolistas que le confirieron una inconfundible personalidad de la que nunca se desprendió. Sus celebérrimas composiciones costumbristas, principalmente ambientadas en el País Vasco y Castilla, dieron la vuelta al mundo y le procuraron una internacionalidad comparable a la de pintores como I. Zuloaga o J. Sorolla.
Merecedor de innumerables galardones a lo largo de su carrera, entre los que figuraron los logrados en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes de Madrid, formó parte de relevantes organismos y entidades artísticas, tales como la Société Nationale de Beaux Arts de París, la Asociación de Artistas Vascos de Bilbao o la Hispanic Society de Nueva York. Asimismo, los de Caballero de la Legión de Honor francesa y Académico de la Real Academia de San Fernando fueron otros de los réditos logrados gracias a una pertinaz dedicación a la pintura, sólo interrumpida por su muerte el 24 de enero de 1963.
Firmado: Rebeca Guerra